Como bien es sabido, desde hace ya un incontable número de años, la industria de la moda fomenta cuerpos de mujer con delgadez extrema, modelos que no superan nunca la talla 32 o XS. Esto, además de los consejos de las revistas de moda -diciendo que el cuerpo ideal es el cuerpo delgado y recomendando dietas para adelgazar de manera constante- ha dado lugar a una obsesión por la delgadez en la sociedad. Bueno, más que en la sociedad, en las mujeres. De esto han derivado las dietas milagro, la operación bikini, las miles de operaciones y, lo que es peor, los trastornos de la conducta alimentaria. La sociedad ha hecho a las mujeres que idealicen cuerpos a los que quizá nunca llegarán, y, cuando lleguen -si es que eso ocurre- no estarán todo lo sanas que deberían estar.
Es sabido por muchas personas que cuando estás gorda, te rechazan, te miran mal, se piensan que es porque no te cuidas, porque no estás sana. Si estuvieras sana de verdad, estarías mucho más delgada, tener más de una 36 es estar enferma. "Seguro que vas a terminar teniendo problemas de colesterol", "Es que no te cuidas, "Estás fomentando la obesidad". Estas y más frases son las que se leen en las redes cuando una persona que está gorda sube una foto.
A partir de ello, obviamente, apareció un movimiento. Se llama body positive y lo que defiende es amar tu cuerpo tal y como es, sin humillar a nadie por su cuerpo. Este movimiento, obviamente, ha sido creado por personas que, debido a tener un peso más alto del que la sociedad considera "normal", han sido insultadas por ello. Y a partir de todo esto se han hecho varias campañas para demostrar que cada cuerpo es algo normal, que todos los cuerpos son bellos en cierta manera, seas como seas, tengas las cicatrices que tengas, seas del color que seas.

Cuando empieza el problema
Pero a raíz de todo este movimiento, del querer fomentar que todos los cuerpos sean válidos, hay gente que, como en todo, lo ha llevado al extremo. En algunas ocasiones no basta con este tipo de lucha o de defensa, sino que pasan a humillar lo contrario para defender lo propio. Por ejemplo, que una psicóloga diga que un cuerpo por ser muy delgado no es normal o tiene alguna enfermedad, es un error. Como hizo hace relativamente poco la psicóloga del antiguo y famoso programa Hermano Mayor.
Se dice que no hay que darle un ejemplo de una persona con infrapeso (o ultra delgada, dependiendo del lenguaje en el que te guste expresarte) a una niña de 12 años, porque se va a creer que eso es lo que hay que ser. También hay otras que dicen que, no hay que enseñarle a esa misma niña de 12 años, que una persona con obesidad es lo normal, porque va a creer que así es como hay que ser. Entonces lo que hay que enseñarle a esa niña, según esa teoría, sería a mujeres medias, en una talla 36-38, sin grasas que le sobren, pero sin huesos que le sobren también. ¿No es eso en sí formarle un ideal? ¿No es eso en sí decirle a una niña, sea de la edad que sea, que el cuerpo ideal es ESE, y, salirse de la norma, es ser "anormal" o estar enferma?
Si nos ponemos a analizar esto psicológicamente hablando, el problema esta ahí, en crear un ideal de cuerpo, sea cual sea. Podemos crear a la persona una obsesión con llegar a ese cuerpo ideal, que quizá nunca llegará, o que tendrá que hacer un esfuerzo mental y físico que no merecería la pena. Lo que hay que decirle a esa hipotética niña de 12 años a la que tanto nos referimos es que hay que estar sana, que tiene que comer bien y sano, que tiene que hacer algo de ejercicio a la semana para mantenerse sana -valga la redundancia- y también deberíamos enseñar en las escuelas a estar sanas mentalmente (o al menos a trabajar para intentarlo). Sabemos que todas las personas tienen una meta a la que llegar, un objetivo, al fin y al cabo la vida se basa en pequeños objetivos que vamos cumpliendo poco a poco. Pero si ese objetivo quizá no es sano para ti ni física ni mentalmente, lo mejor sería que no lo fomentáramos.
Una pequeña reflexión según lo que hemos vivido
En este artículo somos tres personas, bastante diversas y con nuestros propios problemas. Y, por supuesto, cada una con un cuerpo, y un físico en general, distinto. Por esta razón es por la que creímos que es juntas como debíamos hacer este artículo, porque para fomentar la diversidad, una de las mejores maneras es mostrando lo diverso.
María
Mi nombre es María, tengo 25 años y siempre he vivido en infrapeso, por llamarlo de alguna manera. Mi IMC dice que estoy "demasiado delgada" para lo que mido. Soy la típica chica de piernas y brazos largos que sale en las pelis, pero sin medir 1'70. Pero obviamente esto nunca me ha gustado. En un colegio donde la media era X, yo era X/2. Viví y crecí con miles de insultos, humillaciones y hasta alguna canción (la cual por suerte ya no recuerdo) hablando sobre mi peso, mi delgadez, y los huesos que no les gustaba que sobresalieran. Siempre me decían que era porque no comía bien. Cuando me veían comer comida basura -si, las delgadas tenemos permitido eso, para la gente si nosotras comemos comida basura jamás tendremos colesterol- y me comía media pizza de esa marca tan famosa que no voy a contar, alucinaban. ¿Cómo puedes comer tanto si eres tan delgada? Bueno, se llama metabolismo, y quizá, si llevo siendo así toda mi vida, algo tendrá que ver, digo yo.
Los insultos se acrecentaron en la adolescencia, la maldad era mucho mayor y ahora ya no te comparaban con tus iguales -que en el colegio eran tanto chicos como chicas- sino que te comparaban con otras chicas. Quizá ahí fue donde empezaron esos odios (por no llamarlo envidia) que sentía hacia otras. Las demás tenían más tetas, más culo y más pierna. Podían ponerse pantalones cortos sin parecer un palillo, y además estaban super arriba en las listas que hacían los chicos con la puntuación que nos daban. Yo no era válida de "querer" por ningún chico, ellos mismos lo decían, "¡Pero cómo me voy a acercar a esa, si da asco mirarla!". Hasta los 20 años (o más) no pude verme al espejo sin ropa sin darme asco. Y creo que fue hace dos años cuando además de aceptarme, me gustaba y todo a veces. Y esto, ni más ni menos, lo ha fomentado el odio a los cuerpos "extremos", a los que no son la norma que pone la sociedad. ¿Permitiremos entonces que otras niñas crezcan creyendo que, por ser como son -delgadas, gordas, sin una pierna, con gafas...- eso les hace ser menos válidas?
Alba
Me llamo Alba y tengo 21 años. Mi historia con mi cuerpo es larga y desde luego aún no ha concluido. Sin embargo, trataré de ser breve y concisa, pues al final el objetivo, y desde luego lo bonito de este artículo, es poner sobre la mesa la tan diversa experiencia que poseemos las mujeres en torno a lo que nos vendieron como objeto de consumo; nuestro cuerpo.
Cuando somos pequeñes no discernimos con total claridad lo que es el bien de lo que es el mal. Somos maleables, y depende de las personas que nos educan llegar a entender qué es lo bueno y qué es lo malo. A los niños y niñas de mi colegio jamás nos enseñaron que poner el punto de mira sobre una persona por su aspecto físico estuviese mal. Y es ante la desidia de aquelles que nos deben educar cuando comienza el infierno para las personas que, desde luego, no entran en aquello que nos vendieron como el cuerpo perfecto.
Llevo intentando adelgazar, prácticamente de forma ininterrumpida, 10 años. Diez años en los cuales el bombardeo de humillaciones e insultos ha sido continuo. El insulto y la humillación no es más que la materialización del rechazo hacia las personas que estamos gordas, pero detrás de esta materialización encontramos las miradas de asco, los consejos paternalistas, las dietas milagro (ya mencionadas por María), las continuas campañas de rechazo a las que nos vemos sometidas, la falta de tallas en las tiendas en las que suelen comprar tus amigas, el as en la manga sobre la salud y la falta de representación social. Me he dejado muchas de ellas en el tintero, pero son todas estas las que sientan las bases de la humillación y el rechazo.
Estos diez años la frase que con más asiduidad he escuchado ha sido "si quieres puedes adelgazar" y sus variantes. Frase que siempre me lleva a pensar en la poca empatía que tenemos las personas. ¿En qué cabeza cabe que yo no quiera adelgazar? Tener sobrepeso es lo que ha ocasionado todos los grandes problemas con los que he lidiado a lo largo de mi vida, y aunque parezca mentira, ninguno ha sido relativo a mi salud física. Todos han tenido que ver con el factor humano y su rechazo hacia lo que se sale de la norma.
Me gustaría concluir contando que he aprendido a quererme y que el movimiento bodypositive me ha cambiado la vida, pero la realidad dista de esta afirmación. Quizás en la actualidad los atisbos de aceptación estén mucho más presentes que cuando tenía 15 años, pero aún camino lejos de la aceptación y del amor propio.
Virginia
Mi nombre es Virginia, aunque prefiero que me llaméis Vir o Virgi, y, a mis 23 años, siempre he tenido una relación complicada con mi cuerpo. No lo digo por decir ya que la mayoría de recuerdos que guardo en mi memoria se ven empañados por una sensación de desprecio hacia mí misma. Al pensar en mi niñez recuero risas y juegos, pero también que con ocho años lidié por primera vez con una dieta estricta. Cuando pienso en mi adolescencia, más allá del del instituto y de las tardes infinitas en el parque, se me vienen a la mente la cantidad de veces que lloré por no poder comprar ropa y todos los días que dejé de comer para intentar cambiar quien era.
A lo largo de toda mi vida he hecho cosas que verdaderamente ni quería ni quiero hacer y que no solo no me hacen feliz, sino que me hacen daño y perjudican mi visión y relación con mi cuerpo. No sabía muy bien a qué se debía esto, pero después de pensarlo la conclusión a la que he llegado es que mi cuerpo, aunque es mío, no lo sentía como tal. Y es que, mi cuerpo, por muy mío que han dicho que es, nunca ha sido solo mío. Mi cuerpo ha sido de dominio público porque siempre ha habido alguien que me decía cómo debía de ser o lo que debía de hacer. Al igual que le ha sucedido a Alba, he tenido que escuchar en cientos - sino miles - de ocasiones que "si quiero puedo adelgazar" seguido de una lista de insufribles consejos que no había pedido sobre qué alimentos son los más "adecuados" para mí y que dietas debo de seguir.
Otra fuente de distorsión sobre la percepción de mi cuerpo ha venido dada por parte de la sintomatología del SOP - algo de lo que ya hablé en "El feminismo, mi cuerpo y yo" - puesto que antes del diagnóstico no lograba comprender por qué mi cuerpo se comportaba y reaccionaba de la manera en que lo hacía. Además de esto, el hecho de que la regla y todo lo que ella conlleva siguiera - y siga - siendo un tema tabú provocaba un conflicto entre mi mente y mi cuerpo dado que aunque mi cuerpo me chillara que algo no estaba bien, mi mente no encontraba las palabras ni el modo adecuado socialmente para hablar de ello.
Se han apropiado de nuestro cuerpo y han hecho de él un lugar en el que ejercer su dominio, transformándolo en un campo de batalla. Ahora es nuestro momento de reconquistarlo para que vuelva a ser verdaderamente nuestro y para que las decisiones que tomamos sobre él sean conscientes y no fruto de lo que nos han impuesto. Me gustaría deciros que yo ya lo he hecho, que lo he reconquistado y que por fin mi cuerpo es completamente mío, pero la verdad es que cada día es una batalla que está llena de luces y sombras, de pequeñas victorias y grandes derrotas.
Conclusión
Al leer estas tres historias, muy diversas la una de la otra, no cabe más que decir que la sociedad te castiga si no eres como quieren que seas. Que si no tienes un cuerpo como el que se supone que tienes que tener, te van a terminar señalando. Te señalarán para que nunca estés contenta, siempre habrá un aspecto a mejorar: a lo mejor eres demasiado gorda, demasiado delgada, quizá tienes demasiado pelo en lugares en los que no quieren que lo tengas, o tu espalda es muy ancha, podría ser que tus piernas no fueran lo suficientemente largas o lo fueran demasiado, o que no tuvieras las caderas lo suficientemente "anchas" para lo que la sociedad te diga que tienes cuerpo de mujer. Si además las personas que te deberían proteger y hacerte sentir bien tal y como eres, como la psicóloga de antes, te señalan y te dicen que "no eres normal" o que "estás enferma", entonces ya no sabes quién te ayudará.
Debemos analizarnos un poco, debemos intentar aprender de todo esto y, dentro de la salud real, permitir a la gente que se quiera, aunque su cuerpo nos choque. Porque el físico de las demás no nos hace daño, y, si tampoco les hace daño a ellas, no hay más que decir.